Preocupaciones sobre Arte y su contexto

domingo, 12 de abril de 2009

El escenario Multimedia y la insipidez de la Cultura de la Imagen




La sociedad de consumo de hoy se viste con el ropaje de lo estético. Y esta estética está dada por los mass media que en gran medida son lo que antes se llamaba Dios. Lo cotidiano no escapa a lo que nos ofrece hoy la tecnología, un aparato como el celular ha dejado de ser un objeto más, es una extensión del sujeto. El universo simbólico actual se construye en base a lo que nos muestran la televisión e Internet, y esto influye en todas las áreas de la vida, el Arte no escapa a ello.
Pero el arte (Arte todavía con mayúsculas) aun pretende una separación entre las esferas. El arte de Bienales y grandes galerías busca la distancia, quiere escapar a la mediatización de las ideas. El fenómeno de la publicidad, altamente estetizante, desplaza totalmente a cualquier efecto que el arte para eruditos pueda tener sobre la sociedad, ese tipo de arte ya no forma parte de la vida. Ya no existe un campo estético autónomo, lo que se conoce como cultura abarca hoy mucho más de lo que se quiere creer. La sociedad con sus nuevas tribus urbanas, malas copias de lo que ofrece MTV; los productos de consumo con sus grandes campañas publicitarias; la banalización de la vida; los blogs de cualquiera que crea que tiene derecho a expresarse y un sinnúmero de fenómenos aparte son los que establecen el imaginario colectivo posmoderno.
La tecnología hoy transforma las relaciones entre las personas, muchas veces las conversaciones cara a cara son totalmente sustituidas por el Messenger, mail, comunidades como el orkut o facebook y por supuesto, por el celular. Y esto no ocurre para comunicaciones a larga distancia solamente, sino entre vecinos, es preferible chatear que verse a la cara, si nos vemos es por videoconferencia. Y es así como nacen subgéneros como los floggers, emos y demás grupos humanos pero de origen tecnológico. Aunque en nuestro país esto no sea aun tan común, ya llegan los ecos desde Argentina y otros países, y como siempre esos ecos llegan desfasados tanto en tiempo como en ideologías. Los floggers son generalmente adolescentes delgadísimos y andróginos, unidos por la afición al fotolog, página en la cada día cargan alguna fotografía y reciben comentarios sobre la misma; estas fotos son generalmente de sociales, fiestas o sonrisas, existen también los ego-logs para los más narcisos; y los comentarios mientras más inútiles mejor. Viven pendientes de lo que allí sucede, quien entra, qué carga, qué dice, y así todos los días, sin despegarse de la pantalla. Lo que hace diferentes a los emos es que éstos además de flacos y andróginos son depresivos, escuchan música depresiva y son bisexuales que amenazan con matarse cada día, se visten solo de negro y rosa y llevan un flequillo que cae de costado y si puede taparles los dos ojos mejor. En otros países ya hubo convocatorias on-line para matar floggers y emos, por parte de cumbieros o metaleros, no importa, los grupos radicales no necesitan nombres, la matriz de funcionamiento es la misma. Lo paradójico es que cada uno de estos grupos crece dentro de un contexto y luego se propaga por el mundo sin lógica alguna, gracias a la inmediatez de los medios masivos de comunicación, frente a los cuales los adolescentes son los más indefensos. Estilos como el doom u otras vertientes del metal nacen en países nórdicos donde el frío extremo inspira letras y sonidos profundos, atmósferas draculescas y oscuridad, sin embargo esos estilos tienen eco hasta en países como el nuestro; donde en verdad no se trata de escuchar esa tendencia musical ni de compartir realmente un credo, sino que todo se suele basar en usar pantalones y largos tapados de cuero negro, lo cual choca con los 40 grados Celsius paraguayos. Pero no importa, todo sea por el estilo, la estética es la que dictamina la ideología última de las personas en este momento, todo aquel que simpatice con algo hace lo humanamente posible por dejar en claro que pertenece a esa tendencia. Es irónico que sea en la globalización donde se enfatizan las diferencias entre los grupos, lejos de lo que se imaginaba John Lennon al cantar por la no-división de países y religiones, surgieron nuevas sectas mezcla de las preexistentes, clanes que promueven un estilo y regionalismos radicales.
Así se concluye que la globalización como tal no existe, es una más de las tantas utopías. ¿Cómo globalizar un mundo en que las diferencias económicas crecen aun más? Una economía débil o fluctuante no ofrece las mismas posibilidades que una potencia, inclusive dentro de los países primermundistas tampoco existe una extensión tecnológica del 100%. Una computadora con conexión a Internet por hogar es todavía una especulación hasta en los estados más progresistas. Entonces, ¿cómo puede hablarse de globalización cuando el fenómeno realmente no engloba al planeta? Una crítica cultural adecuada debe mixturarse con el campo económico para abarcar también moda y conducta y de esta manera poder apreciar más efectivamente lo que sucede en torno suyo. Seguimos siendo periféricos en todo sentido, un arte que apunte más allá, debe adscribirse necesariamente a la red, a la gran maraña de ficciones que traza esta ilusoria experiencia posmoderna, y debe dejar de hablar en claves encriptadas dando paso a un lenguaje descifrable por toda colectividad.

sábado, 4 de abril de 2009

Actitud mediática frente al esquema de valores en la Era de la Superficialidad

Ya ha habido antecedentes de campañas publicitarias que intentaron cambiar un poco la visión del consumidor, ofreciendo una visión más realista del mundo, creando una serie de controversias en el camino. Benetton es un ejemplo, mostrando a personas de diferentes razas en perfecta comunión, y con el nombre de campaña “Los colores unidos de Benetton” hizo alusión al problema racial que hasta hoy está latente en tantos lugares del mundo. La publicidad tiene un poder tan grande sobre la sociedad que es muy acertado usarla para fines más profundos y éticos que la sola venta de un producto. Son estas campañas publicitarias las que forman el imaginario actual y esto puede ser bueno porque va preparando un terreno más fértil para aceptar nuevas opciones, nuevas formas de convivencia pacífica, si se las utiliza con un ideal ético más allá de la retribución económica.

En tiempos en que ya nada sorprende y se vive sin la postulación de un más allá mejor surgen sin embargo grupos preocupados por rescatar una imagen más real del humano. El concepto de belleza, tan cambiante a lo largo del tiempo ha jugado una mala pasada a hombres y mujeres de todas las edades gracias a lo que los medios masivos de comunicación han impuesto como canon, inalcanzable para la mayoría. Modelos altísimas y con no más de 40 kilos de peso; mujeres de más de 60 años, sin arrugas y con pechos firmes; narices respingadas y labios carnosos, etc. son solo algunos de los tópicos a seguir. Tópicos que necesitan de un respaldo económico fuerte para poder llevarse a cabo. La movilización de la economía en pos de un modelo de belleza utópico hace reflexionar sobre qué valores maneja la sociedad contemporánea.

Los flujos sociales y estéticos no pueden separarse, y esta es la sociedad de la imagen, banal y superflua, creada y alentada por grupos de poder que no solo manejan a su antojo el dinero del pueblo, sino que además influyen de la manera más negativa ofreciendo estereotipos muchas veces perjudiciales para la salud tanto física como mental de la gente. Enfermedades como la anorexia o la bulimia eran inconcebibles antes de la era de las comunicaciones. Pero así también surgen modelos que intentan rescatar valores más fuertes en el humano. Es digno de citar lo que hace la marca Dove, que tiene todo un programa tanto en la web como por televisión, mostrando otros tipos de mujer, bajo el slogan de Belleza Real. Inclusive en la red cuentan con un programa bastante amplio donde ofrecen tests, videos y artículos interesantes sobre las percepciones que la gente tiene de su cuerpo, los problemas psicológicos que acarrea el hecho de no alcanzar el ideal de belleza propuesto por la mayoría de los productos del mercado y además brindan una serie de documentos con cifras alarmantes sobre lo que la mujer promedio piensa de sí.

La belleza, tan subjetiva, tan ficticia, no puede separarse de un contexto, y con las propagandas se pretende crear un modelo universal imposible de concebirse. Las morochas optan por ser rubias y las orientales por ponerse párpados que las occidentalicen, cada vez se apunta más al tipo norteamericano/eurocéntrico de belleza, y teniendo en cuenta que la identidad posmoderna es multicultural, no puede pretenderse una uniformidad estricta, no puede jugarse así con el humano dormido, aquel que no puede darse cuenta de lo que el sistema provoca en él. Son pocos los que pueden reflexionar, logrando así escapar de los estereotipos impuestos por una industria gigantesca. El sujeto que puede generar un cambio es aquel que no desea. Por supuesto el arte no es ajeno a todo este fenómeno: las últimas tendencias indican que hay un vuelco hacia el cuerpo, en su sentido más extremo, sin buscar la belleza, el arte más bien se cuestiona la misma. Cortes, sangre, mutilaciones online, sexo y operaciones por videoconferencia son algunas de las manifestaciones que se han ido desarrollando en los últimos veinte años en el campo del Arte. Lo que cabe preguntarse es a cuánta gente le llegan las reflexiones de Orlan o el chino Zhang Huan, quien también aborda la temática del cuerpo. Dove y Benetton parecen ser más efectivos hoy. El arte va cambiando y es siempre una gran ficción, se basa en un lenguaje que crea uniformidad donde no la hay, englobando así cosas que de otra manera no podría agrupar. Una crítica cultural no puede escapar al fenómeno del cuerpo como lienzo o como objeto de elucubración, no en las galerías, sino en lo cotidiano, en la red y en las calles. El capital cultural no se diferencia del capital económico, por lo tanto deberá tenerse en cuenta esto también, qué es lo que mueve a una campaña, cuáles son los intereses económicos que maneja la publicidad.

No existe un centro de belleza, por lo tanto las campañas que la proponen crean una fantasía más de las tantas que nos rodean. Introducir inquietud dentro de un campo tan sosegado es una iniciativa válida que bien podría tomarse como ejemplo y producir así continuidad a un proyecto de emancipación de lo ilusorio.